SENTIMIENTO ANDINO

Desde niña crecí contemplando las tradiciones populares de mi familia en Huamanguilla, Ayacucho. Y es que mirando y oyendo las indetenibles comparsas desfilando libres por las callecitas, se quedaron como un fragmento de mi niñez anidado en mi mente y latente en mi ser. Entonces, en aquel tiempo descubrí una forma inexplorada de vivir. Es así como esas animadas costumbres de mi pueblo las conocí escuchando, bailando, leyendo, viajando y, hoy día, labrando la piedra.

En febrero del 2020, en pleno verano altiplánico, participé por vez primera como bailarina de caporales del grupo Pitones de Siempre en La Festividad de La Virgen de La Candelaria en Puno; participando redescubrí el diverso folclore de mi patria.

Danzando comprendí que en la tradición andina todo está vinculado a la memoria colectiva permanente, y también a los ciclos agrícolas. Descifré visualmente que los pueblos originarios, con sus múltiples danzas, avanzan deslizando rápidos movimientos como dibujos y formas fugaces en el espacio que surgen de la sonora música de las zampoñas, sikus, pinquillos y bombos en medio del ritual dancístico de llameradas, tuntunas, caporales, tinkus… Aprendí que toda comunidad, a través de sus costumbres, vestimentas e idiosincrasia, nos refleja lo más distintivo y particular de su desarrollo cultural. Así se manifiestan los valores intrínsecos de esta plural comunidad amerindia con sus idiomas nativos, el quechua y el aymara, adheridos a sus actos colectivos como el ayni, la mita, la minka, incluyendo sus creencias.

En mis recuerdos habitan ecos y movimientos de lo vivido en el reciente verano puneño, como cuando un silbato precediendo a la comparsa animaba al pinquillo unirse a dúo con las voces de las mujeres. El sonido de los instrumentos, del canto y el ritmo de la danza conforman esa fuerza expresiva e inexplicable que conquistó mi mente, mi cuerpo y mi espíritu. A través de esta muestra de esculturas titulada Sentimiento andino es que anhelo expresar con la materia pétrea el sonido más auténtico y sencillo de nuestra esencia andina.

Nancy Adrianzén